miércoles, 21 de agosto de 2013

Heinrich Seuse - místico, misticismo





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Überlingen es una localidad alemana del estado federado de Baden-Wurtemberg situada en la orilla norte del lago de Constanza (Bodensee). Después de la ciudad de Friedrichshafen, es la segunda ciudad más grande del distrito del lago de Constanza, y un punto central de las comunidades de la periferia.




Beato Enrico Suso-Susone por Zurbaran - c. 1640

Heinrich Seuse ( también llamado Amandus, nombre que adoptó en sus escritos ), o en su forma latinizada Suso o la castellanizada Susón, fue un místico alemán nacido en Überlingen ( lago Constanza ) el 21 de marzo de alrededor de 1300. 

Su padre pertenecía a la noble familia de los Berg; su madre, una santa mujer de quien tomó el apellido, a la familia de Sus (o Süs). En 1308, a la edad de 13 años entró en el convento dominico de Constanza, donde realizó sus estudios preparatorios, filosóficos y teológicos hasta 1322. De 1324 a 1327 hizo un curso complementario de teología en el Studium generale dominico de Colonia, donde se sentaba a los pies de Eckhart von Hochheim, "el Maestro" y, probablemente, junto a Taulero, ambos renombrados místicos. 

La vida mística de Suso comenzó a los dieciocho años, cuando abandonó sus descuidadas costumbres de los cinco años precedentes y se convirtió en "el Siervo de la Eterna Sabiduría", A partir de entonces, un apasionado amor por la Eterna Sabiduría dominó sus pensamientos y controló sus acciones. Tenía frecuentes visiones y éxtasis, practicaba rigurosos ascetismos ( que prudentemente moderó en sus años maduros ) y soportaba con excepcional paciencia los dolores corporales, las amargas persecuciones y las penosas calumnias. Durante siglos ejerció su influencia en los escritores espirituales. Entre sus lectores y admiradores estuvieron Tomás de Kempis, Pedro Canisio, Jan van Ruysbroeck y Nicolás de Cusa.




Suso y su amigo Juan Taulero fueron discípulos de Meister Eckhart. Los tres forman el núcleo de la escuela de misticismo de Renania. Como poeta lírico y trovador de la sabiduría divina, Suso exploró con intensidad psicológica las verdades espirituales de la filosofía mística de Eckhart. Sus devotas obras fueron sumamente populares a finales de la Edad Media. Heinrich Suso adoptó el nombre de su madre, su padre se llamaba Herr von Berg. En su libro El Libro de la Eterna Sabiduría ( Das Büchleln der ewigen Weisheit ), escrito alrededor de 1327-34 en Constanza, aborda los aspectos prácticos del misticismo. La última obra, que también tradujo al latín con el título de Horologium sapientiae ( El Reloj de la Sabiduría ) ha sido considerada la mejor obra del misticismo alemán. Es el poeta del movimiento místico precoz, "el Minnesänger de Gottesminne". 




Al morir el Maestro Eckhart en 1328, fueron condenadas por Juan XXII veintiséis de sus tesis entresacadas y descontextualizadas con mala intención por sus enemigos. Suso defendería su ortodoxia escribiendo El Libro de la Verdad ( Das Büchlein der Wahrheit ). Las consecuencias fueron inmediatas: fue convocado al capítulo general de 1330 acusado de herejía, aunque no se le condenó. De regreso a Constanza, fue destinado en la sala de lectura, de la cual, al parecer, fue trasladado en algún momento entre 1329 y 1334. En 1334 comenzó su labor apostólica. Fue admirado como predicador y escuchado en ciudades y pueblos de Suabia, Suiza, Alsacia y los Países Bajos. Sin embargo su apostolado no fue entre las masas, sino más bien entre los individuos de todas clases que eran atraídos hacia él por su singular y atractiva personalidad y para quienes se convertía en director espiritual de sus vidas. Se volcó en la labor de restaurar la observancia religiosa en los claustros. Su influencia fue especialmente marcada en muchos conventos femeninos, en especial en el convento dominico de Katherinenthal, una famosa escuela de misticismo durante los siglos XIII y XIV, y en el de Toss, donde vivía la mística Elsbeth Stagel, que tradujo del latín al alemán algunas de sus obras, recopiló y preservó la mayoría de sus cartas y esbozó la historia de su vida, la cual él mismo desarrollaría y publicaría posteriormente con el título Vita (Leben). 




Constanza, orden dominica - grabado de Ludwig Leiner - 1830 -1901

Alrededor de 1343 fue nombrado prior de un convento, probablemente en Diessenhofen. Una prueba dolorosa le sobrevino en 1347 cuando fue denunciado por una mujer que lo acusaba de ser el padre de su hijo, lo que llevó a su deposición como prior, y traslado a Ulm, donde viviría hasta su muerte. Su inocencia fue reconocida en 1354.  

Los últimos años se consumieron en Ulm. ¿Fue confinado allí como penitencia por sus supuestos e inexistentes pecados? ¿Fue por sencilla disposición administrativa de sus superiores? Nada sabemos. Ni los quehaceres que llenaron sus horas. Es de suponer que seguiría su apostolado de dirección de almas. Probablemente daría también a sus escritos las manos postreras. Los viejos documentos señalan el 25 de enero de 1366 como el de la fecha de su muerte. Y que fue sepultado junto al altar de San Pedro de Verona de la iglesia de su convento de Ulm. Sus restos no han podido ser encontrados y yacen perdidos en aquel templo, desde hace siglos, vacío y frío bajo el dominio protestante.

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ESCRITOS


En síntesis, el que comienza, ha de ejercitarse en interiorizar sus sentidos y alcanzar la pureza del corazón. 

El que progresa, conformarse en su vida y en su muerte, hasta alcanzar un silencio profundo: el abandono interior  en el desprendimiento de toda imagen, incluida la del propio yo. 

En la última etapa, la perfección espiritual, penetra en el fondo de su alma, experimenta un rapto potente en el que su espíritu es llevado por el Espíritu divino al ámbito de la vida intradivina (éxtasis), hasta llegar a una unión esencial, que en cierto modo es permanente.




Xilografía del s. XV

“Si deseas iniciar esta conquista, debes separarte cuanto te sea posible de las relaciones nocivas, de todas las personas que impidan tu propósito, de todos los mortales [...], has de buscar siempre la ocasión, el tiempo y el lugar donde puedas encontrar descanso y gozar del secreto silencio de la contemplación [...].

En todo momento debes esforzarte en alcanzar la pureza del corazón, esto es, manteniendo, en cierto modo, los sentidos corporales apagados, volverte hacia ti mismo cuanto te sea posible, cerrando con cuidado las puertas de tu corazón a las formas sensibles y a las imágenes de cosas terrenas. [...]

Libera, con cuidado, a tu corazón de todo aquello que le pueda impedirle ser libre, de todo lo que le pueda atar, retener o hacer adherir su afecto [...]. 

Estar en uno mismo significa reunir los afectos dispersos del corazón y recogerlos en torno a un único bien, [...] descansar suavemente en el amor y el gozo del Creador. Y por encima de todo, que tu principal esfuerzo sea tener el alma continuamente elevada en la contemplación de los misterios divinos, para que tu espíritu se adhiera siempre a estos misterios y a Dios. [...] 

Todo el resto de prácticas ascéticas, como la mortificación del cuerpo, ayunos, vigilias, y otros ejercicios virtuosos, han de considerarse secundarios, inferiores y sólo útiles, en la medida en que aprovechen a la pureza del corazón.”




Manuscrito de Strassbourg - finales s. xiv

“Cuando me escondo y retiro del alma lo que de mí recibes, sólo entonces comprendes quién soy yo y quién eres tú. Soy el bien eterno sin el cual nadie poseé ningún bien, y por ello, me derramo con tal bondad y amor, yo, el bien eterno, que allí donde me derramo, todo parece bueno. Por ello puedes reconocer mi presencia, como reconocemos al Sol por su fulgor, aunque no podamos mirarlo directamente en su substancia. [...] 

“Cuando el hombre puede despojarse aún más de sí mismo y cuando Dios quiere concederle su auxilio, por medio de un rapto potente, el espíritu creado es llevado por el Espíritu supraesencial donde [el hombre] no podía penetrar por sus propias fuerzas. Este éxtasis le despoja de imágenes, de formas y de toda multiplicidad; llega a una ignorancia que le hace olvidarse de sí mismo y de todas las cosas y, por un impulso, es devuelto, al abismo de la simplicidad inmanente donde goza de su bienaventuranza, según la más alta verdad. Allí ya no hay lucha ni esfuerzo, pues el principio y el final [...] se han vuelto uno, y el espíritu [humano] está despojado de sí mismo y se ha vuelto uno con él [el abismo de la simplicidad divina].”
( Vida c. 53, 311)

“Aquí se experimentan maravillas con un asombro mudo que se expresa con silencio [...], en esta tiniebla supraluminosa y oscura, que es una claridad luminosa que supera toda revelación, en la cual todo está reflejado, y que colma al cegado intelecto [humano] con luces desconocidas, invisibles, deslumbrantes.”
(Ibid., 308)









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